Todos los estudiantes de odontología han colocado anestesia local infinidades de veces. Puede ser uno de los pocos procedimientos que se tiene casi un 100% de confianza en su realización. Sin embargo, en algunas ocasiones, cuando realizamos la rutina normal con la dosis adecuada de anestesia, el paciente todavía tiene sensación.
Algunos pacientes tienen una variante rara del gen «MC1R» que se correlaciona directamente con ser más sensibles al dolor, por lo tanto son más difíciles de anestesiar. Si bien no hay ninguna opción de cartografía genética para encontrar esta variación y predecir esta tolerancia anormal, este gen produce melanina responsable del color del pelo y tono de la piel. Por lo tanto, estos pacientes tolerantes pueden ser más fácilmente identificados mediante la observación del color de su cabello.
Según investigaciones realizadas, esta variación genética se presenta en las personas pelirrojas y podría ser responsable de su inusual respuesta al dolor. Sus receptores pueden percibir con mucha más intensidad las temperaturas, así como también las sensaciones dolorosas.
Se realizaron dos estudios y los resultados fueron que, cuando se compara con rubias y morenas, las pelirrojas eran más resistentes a los efectos de la anestesia local. Ellos necesitan en promedio 20% más de anestesia.
¿Sabías que los pelirrojos son más propensos a tener miedo de ir al odontólogo que el resto de la población?
Este miedo al dentista no se debe a su color de cabello, sino más bien al trauma que sufren durante los procedimientos.
Si nota que su paciente tiene el pelo rojo, pregunte si ha tenido experiencias dolorosas en el dentista, o si por casualidad en otras consultas dentales le han dicho que ha sido difícil de anestesiar. Con esta información usted podrá prever la situación y tal vez incluso dar una dosis mayor de tópico antes de inyectarle la anestesia.
La próxima vez que usted tenga a un pelirrojo en su silla y se queje de dolor, ya sabes que no lo hace por cobarde, sino que realmente está sintiendo más dolor que el resto.
Traducido del artículo de Megan Borak – Estudiante de la universidad de West Virginia
Deja una respuesta